Por Instituto para las Mujeres en la Migración, AC
Muchos han sido los informes, documentos y acciones
realizadas que evidencian las consecuencias de la migración, la mayoría de las
veces enfocadas a la migración en tránsito, pero poco se habla de lo que sucede
con las familias que han hecho sus vidas en ambos lados de la frontera –México
y Estados Unidos—y de los retos que tienen que sortear.
Hace 2 años, cuando una mujer llamo a la puerta de
nuestra oficina no imaginábamos la historia que estaba por narrarnos, Ana[1]
nos contó cómo perdió la patria potestad de su hijo de tan solo un mes de
nacido, luego de haber sido detenida y posteriormente deportada desde Estados
Unidos (EU). Aunque Ana había tocado puertas, tanto en la Secretaria de
Relaciones Exteriores como en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral
de la Familia, no encontró eco o acciones coordinadas para poder cumplir con
los requisitos que la Corte estadounidense le mandaba para la recuperación de
la custodia de su hijo; finalmente fue dado en adopción. No podemos imaginar la
impotencia de Ana y el dolor de perder a su hijo.
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